“La pintura de Luis Fernando Ceballos pone en evidencia que el cuerpo es un nudo de fuerzas; que por sus formas y volúmenes, antes que un significado pleno, pasan siempre las direcciones de energías y tensiones que lo organizan, el trazado de unas líneas de impulso que terminan por constituirlo. El cuerpo es, así pues, y antes que otra cosa, su sentido (nuestro idioma permite aquí un juego de palabras pleno de ambigüedad, tal como dijera Barthes sobre el sens francés, que implica también, a su vez, significación y vectorización). Conque el cuerpo, pues, se articula en torno al movimiento de sus propias masas que es seguido de cerca por la cristalización de lo semántico. Iconografía gestual. Así que habremos de ponernos a buscar qué cuentan, qué dicen todas estas potentes pinturas tomando como punto de partida lo pregnante y decisivo que en ellas son las formas en que cristalizan la gestualidad y sus ritmos, la danza y su mímica. Fíjense, si no, en la enorme cantidad de manos lanzadas hacia arriba: sus expresivas, minúsculas manos, de afilados dedos, se reparten estratégicamente por la extensión del plano del cuadro salpicándolo de una señalética tan sugerente como misteriosa. Son hitos, o los enclaves señeros de una especie de cartografía celeste que convierte su pintura en una constelación: el vacío entre los signos decisivos.”
Óscar Alonso Molina
Crítico de arte madrileño
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